jueves, 25 de junio de 2015

PSICOLOGIA  › SOBRE EL CUERPO DE LOS NIñOS

Parentalidad violenta

› Por Por Sergio Zabalza *
A escasos días de celebrarse el Día del Padre, vale considerar que la violencia contra los niños se encuentra emparentada con la violencia contra las mujeres: lo que está en juego es un patrón simbólico: el modelo de autoridad patriarcal que hace del hombre el dueño del cuerpo de la mujer y los niños. Un desquicio al que algunas mujeres adhieren por enigmáticas razones: quizá desamparo, temor, pusilanimidad, conveniencia, desesperación, ignorancia.
Días pasados una nena de siete años relató en cámara Gesell la forma en que su padrastro mató a su hermano de cinco años. El hombre también acostumbraba a golpear a la mamá de los chicos, quien sin embargo intentó ocultar el crimen de su pareja y victimario. En forma casi simultánea, en la localidad de Pilar detuvieron a otro hombre por abusar y matar a una nena de dos años. La madre de la pequeña y pareja del victimario se encuentra detenida acusada de abandono de persona; según la fiscal, el cuerpo de la pequeña mostraba antiguos signos de abusos que la mujer no podría haber ignorado. Ambos episodios forman parte de una espantosa serie de filicidios: Tomás, el niño muerto por su padrastro en Lincoln; Martín, ahogado por su madre Adriana Cruz en la bañera; Priscila, arrojada por su madre y su pareja en un zanjón, en Lanús, y la lista continúa.
Si consideramos la posibilidad del masoquismo, la articulación entre violencia simbólica e infancia adquiere ribetes estructurales. Los albores de la constitución subjetiva abrevan de la fantasía de paliza: “ese no sé qué que golpea, que resuena en las paredes de la campana, produce goce y goce a repetir”, según observa Lacan al comentar los tempranos efectos de la materialidad del lenguaje sobre el cuerpo (El Seminario, Libro 17, “El reverso del psicoanálisis”, ed. Paidós). Por algo, en su artículo denominado “Pegan a un niño”, Freud advierte sobre un retroceso de la libido por el cual la frase “El padre me ama” se muda en “El padre me pega (soy azotado por el padre)”. Y Freud señala que “este ser azotado es ahora una conjunción de conciencia de culpa y erotismo”. Cuando se satisface la estructural fantasía masoquista del niño, la repetición puede derivar en desenlaces fatales.
La raíz de toda fantasía violenta es simbólica: detrás de todo exabrupto hay un discurso que lo ampara, sostiene u oculta. El mito del “instinto materno” enmascara que la maternidad es una construcción social, así que la satanización de determinados sujetos soslaya las responsabilidades compartidas ante cada niño golpeado.
Porque: ¿cómo evitar la emergencia de padres golpeadores en una comunidad que todavía admite el castigo físico en la infancia? En efecto, a pesar de estos crímenes horrendos, hay referentes políticos y religiosos que continúan recomendando el “cocazo” o la “palmadita”. Y es probable que la inmensa mayoría de la población haya crecido bajo el supuesto de que un chirlo de vez en cuando no viene mal. “Se me fue la mano”, dijo el hombre que hace un tiempo, en Santa Fe, mató a su hijo de tres años por comer mermelada sin permiso.
Toda la experiencia clínica desaconseja el castigo físico. Los golpes sólo atestiguan la impotencia del adulto ante ese ser impredecible que, con tanto desparpajo como ingenuidad, desafía los supuestos estereotipados que los adultos no nos animamos a revisar.
En virtud de la adhesión de nuestro país a la Convención por los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, el nuevo Código Civil, que entrará en vigencia a partir de agosto, prohíbe expresamente todo tipo de castigo corporal sobre niños. Lo decisivo, sin embargo, estará en los discursos que todos los días escuchamos y pronunciamos. Entonces: ni uno menos.
* Psicoanalista. Equipo de Trastornos Graves Infanto-Juveniles del Hospital Alvarez.

jueves, 11 de junio de 2015

SUJETO –GRUPO - INSTITUCIÓN

¿ UNA RELACIÓN POSIBLE?

Hablando de sujetos e instituciones

A través del tiempo se han ido modificando los alcances del término institución:  no solo se trata de un edificio sino de una red simbólica, y ya no  resulta útil entonces pensar a la institución como un objeto totalmente externo al sujeto.

Propongo pensar un cruce entre aquella lejana teoría de Elliot Jaques que planteaba que ¨las instituciones son utilizadas por los miembros individuales para reforzar sus personales mecanismos de defensa contra la ansiedad¨ . y la de René Kaes que plantea que  ¨la institución nos precede, nos sitúa y nos inscribe en sus vínculos y sus discursos.... hemos tenido que admitir que la vida psíquica no está centrada exclusivamente en un inconsciente personal, sino que una parte de él mismo, que lo afecta en su identidad y que compone su inconsciente, no le pertenece en propiedad sino a las instituciones en que él se apuntala y que se sostiene por ese apuntalamiento¨
Estamos hablando de la institución como productora de subjetividad. 

El cruce que propongo es que en ambos casos se apunta a la identidad del sujeto pero la gran diferencia es que ya no es una relación de máxima exterioridad sino de una interioridad – exterioridad, una cinta de Moebius. El movimiento va significando el modo en que la subjetividad participa de la producción social y ésta a su vez es coproductora de subjetividad.

La institución es una formación social. Se sitúa en la interacción del adentro y del afuera. Ejerce una pluralidad de funciones. Por lo tanto es potencialmente una instancia de articulación de niveles y formaciones psíquicas heterogéneas

René Kaes denomina al vínculo que se establece entre sujeto e institución  vinculo instituído y lo define así: “ Vínculo que se determina por efecto de una doble conjunción: la del deseo de sus sujetos de inscribir un vínculo en una duración y en una cierta estabilidad y la de las formas sociales que de diversas maneras reconocen y sostienen la institución de este vínculo.”

Volviendo a Winicott

Este modo de conceptualizar a la institución permite pensar a la misma reproduciendo los distintos avatares que puede sufrir el espacio transicional. Dicho espacio  transicional puede estar afectado por la  lógica de la sobre – implicación institucional,  por la libertad para desarrollar proyectos propios en su seno o instalarse allí una dialéctica al modo del amo y los esclavos.
 Así, la institución en su función de apoyatura puede dar lugar a un sujeto creativo, lúdico  donde la institución y el sujeto son vasos comunicantes de una estructura que los excede y que a su vez ellos soportan o, puede dar lugar a un sujeto aprisionado, al estilo de la encerrona trágica de Ulloa, donde no hay allí “tercero de apelación”, quedando el sujeto a merced de la institución.
Podemos  pensar aquí en ciertos agrupamientos que con el fin de descartar el peligro del análisis colectivo de la implicación, optan por la sobreimplicación de los miembros, (nosotros somos la institución)  y así el material humano se torna más  manejable (los grupos fundamentalistas por ejemplo)

D.Winicott en su libro “Realidad y Juego”  propone pensar a los fenómenos transicionales, como zonas intermedias de experiencia, territorio intermedio entre la realidad psíquica interna y el mundo exterior. A su vez denomina a este espacio como zona de alivio de la tensión en esta dialéctica mundo interno – mundo externo y pone como ejemplo las artes, la religión, la creación
En este sentido, este alivio winnicottiano se podría decir que está emparentado con el efecto que produciría la participación en una institución según la concibe Jacques, en la medida en que estas protegen contra la ansiedad.
Cuando Winicott habla de objetos y de fenómenos transicionales él pone el acento no tanto en el objeto usado sino en el uso del objeto.  En este sentido podemos decir que dependerá de qué uso hace del objeto institución el sujeto para ver qué modalidad vincular tiene.

Para pensar la modalidad vincular que se da entre estos dos términos (sujeto e institución), me interesa  retomar los viejos conceptos de institución abierta o institución total.
Institución abierta sería aquella cuya exigencia para pertenecer abarca un sector de la vida de los sujetos e Institución total  aquella otra que exige o genera una adhesión total, independientemente de si el sujeto permanece allí las 24 horas de los 365 días del año o no.
Se trata de distinguir la modalidad de pertenencia que los sujetos establecen con la institución.
A veces no son necesarias las prisiones o  los hospicios  porque las instituciones nos recluyen de lunes a viernes 8 horas por día.

¨Una misma institución puede resultar total para alguien en el sentido de ser el centro organizador de su vida, mientras que para otro funciona como una institución abierta. Esto puede verse en que si alguno se acerca a una institución con expectativas de ser provisto de una identidad prestada o si la institución representa un instrumento relativamente circunstancial¨

Mucho sujeto, mucha institución y los grupos?


Gregorio  Kaminsky escribió hace ya un tiempo que: “ Las instituciones tienen ojos. Los ojos institucionales son los grupos. A través de ellos es posible entender a los que son objeto de ella y a los que son sujetos de la misma”
Lo que efectivamente existe son los espacios de condensación de lo subjetivo y lo social : grupos e instituciones.
Si la institución es un proceso en movimiento, son los grupos quienes pondrán en juego este movimiento. Hablar de las instituciones es hablar también de los grupos.

En este sentido creo que es posible  pensar en términos  de institución objeto e institución sujeto .Encontramos aquellas instituciones que son solo reproductoras, más de lo mismo  y  aquellas que pueden constituir su identidad singular. Muchas veces entre las primeras encontramos las grandes dificultades que presentan en algún momento de su historia las empresas familiares por ejemplo cuando hay un traspaso generacional. Suele ocurrir que no pueden terminar de apropiarse de un proyecto propio sin sentir que se está traicionando a su fundador y sus deseos.

Tutoreando una pasantía en un colegio grande de Capital Federal pudimos observar cómo frente a las preguntas de Cómo ven la escuela hoy? Y qué les preocupa, sólo había referencias al pasado. Este pasado aún no ha sido historizado  sino que es un interlocutor al que se añora o desprestigia pero que no ha podido hacer marca.

 La cultura institucional caracteriza y justifica el ser y el hacer cotidiano de una institución. Esta cultura se vuelve observable a través de los mitos, leyendas, objetos, normas y símbolos producidos por la institución. En la medida en que sólo se busque reconstruir una versión ya vivida de la historia, se vuelve imposible apropiarse de los múltiples atravesamientos que dan cuenta de ella. El mandato del fundador,  como prescripción inapelable, no deja lugar al surgimiento de los movimientos instituyentes y a la novedad.
Otras instituciones son aquellas que pueden albergar la novedad sin sentir que pierden su identidad. Hay allí un lugar para lo instituyente y para que la tensión estructural instituído- instituyente pueda seguir produciendo efectos.


Coincido con las autoras de un libro que  recientemente tuve en mis manos ¨Dónde está la escuela? Ensayos sobre la gestión institucional en tiempos de turbulencia¨ cuando plantean diferenciar la novedad de la innovación. Ellas dicen: “ Nos encontramos a la innovación como imperativo. Podemos inundar a la escuela de innovaciones y sin embargo ahogar  la  
“ novedad” entendida como algo de otro orden que viene a transformar matrices de pensamiento y acción ¨En el imperativo de la novedad el pasado no se ofrece como anclaje para la ruptura sino que solo es “ viejo” “  Es interesante porque desde esta perspectiva no hay una apuesta al devenir  sino que se trata de convertir lo pasado en “ deshecho”

El malestar de la cultura – La cultura del malestar

Freud  plantea una paradoja inherente a la cultura. La misma produce sufrimiento  pero a su vez es dadora de los recursos con los cuales los sujetos humanos nos defendemos de estos sufrimientos.
La institución como formación de la sociedad y de la cultura también es fuente de sufrimiento pero condición de identidad. Allí se instala un contrato entre lo que el sujeto cede y lo que la institución le da.
Sujeto e institución en una relación paradojal planteada por una búsqueda de autonomía y una necesidad de independencia.
Qué pasa cuando la institución no sostiene esta relación paradojal que todo sujeto establece con ella ? Qué pasa cuando esta tensión estructurante entre la búsqueda de autonomía y la necesidad de dependencia no tiene lugar para desplegarse? En nombre de qué se hacen renuncias pulsionales en una institución? En nombre de que encontrar allí otros con los cuales compartir una tarea, encontrar representaciones comunes y matrices identificatorias.

Cuando algo de este pacto se diluye, pueden aparecer dos tipos de respuestas: la violencia o la fragilización yoica
No poder garantizar la posibilidad de desplegar la propia palabra , puede engendrar violencia. 

Violencia  como respuesta a la ruptura del pacto inconsciente. ¨Cuando la institución no sostiene más el narcisismo de sus sujetos, la institución es atacada a su vez “

Violencia que responde a la violencia institucional

Violencia institucional que he dado en llamar “en exceso” para diferenciarla de la violencia estructurante, la que subjetiviza, la que nos permite nacer a la vida psíquica.
Es la violencia necesaria y fundante de la subjetividad, porque recorta de todas las posibles subjetividades, una.
Nuestra prematuración le exige al entorno esta violencia. La necesitamos para poder entrar en el circuito del deseo y no ser un mero objeto inerte ante los ojos de los otros.
Nacer no es garantía de constituirnos en sujetos. Necesitamos de la mirada y la presencia del otro.

Tener un proyecto anticipatorio en relación al otro es poner en movimiento una violencia pero necesaria y estructurante, es lo que le sucede a los padres con su hijo, a un profesor con su alumno.
Cuándo comienza la vida de un niño? Generalmente en la trama simbólica que entre palabras, sueños y promesas tejieron sus padres mucho antes de engendrarlo.
Luego el niño irá creciendo, irá confirmando o no su coincidencia con aquellos que el discurso anticipatorio le ha propuesto y pondrá en juego sus propias expectativas con respecto al lugar asignado

Pero también está la violencia “en exceso”, que es la que nos niega como sujetos, la del maltrato.
Este exceso se manifiesta en dolor, abuso, impotencia y constituye una “encerrona trágica”
“Se da cada vez que alguien para amar, divertirse, trabajar, estudiar, transcurrir su vejez, depende de alguien que lo maltrata o simplemente lo distrata, negándolo como sujeto”. (Ulloa La Novela Clínica Psicoanalítica)

También es “el malestar sobrante”de Silvia Bleichmar que lo define así: “Esa cuota de malestar extra que nos vemos obligados a pagar en ciertos casos, más allá de las necesarias e imprescindibles renuncias que toda vida social impone”.

En muchos casos el trabajo institucional consiste en  ir trabajando con los actores institucionales cómo desde cada singularidad se puede ir negociando la manera de no someterse y sí de ejecutar creativamente su tarea.
Esta idea es subsidiaria de un concepto actualmente muy escuchado en el ámbito de las organizaciones que es la Resiliencia(elasticidad). Este concepto viene  del campo de la física y apunta a la cualidad que tienen algunos cuerpos de rebotar. Esos cuerpos no se fragmentan sino que sufren una deformación momentánea, pero luego recuperan su forma. La intención no es recuperar la misma forma una y otra vez, sino una forma propia para cada sujeto

La otra forma de respuesta a la ruptura del pacto se juega al interior del sujeto y su consecuencia es un sujeto fragilizado. Este es el sujeto de la posmodernidad.

En este sentido es muy importante la contribución de Robert Castel en tanto él muestra hoy en día a un individuo fragilizado más que emancipado. Esta celebración de la independencia del sujeto sólo coincide en parte con la problemática actual. De alguna manera esta idea de estar liberado de la presión de lo colectivo no va de la mano de ser propietario de su propia persona.  Los soportes laborales- relacionales están pulverizados. Tomando a Pierre Bourdieu, hay falta de capital pero no sólo económico sino relacional

Quién dijo que Viva la diferencia?

 Retomando la idea de pacto inconsciente singular entre el sujeto y la institución, ¿Cómo entender cierta tendencias homogeneizadoras de las instituciones? ¿Cómo sostener la consistencia institucional, donde  el discurso de los valores sea coherente con las propias prácticas instituidas si lo que se ve es un borramiento de lo diferente, de lo heterogéneo?.
 Qué lugar hay allí para las diferencias, sin que esto devenga discriminación?
Qué es lo que produce violencia? ¿Las diferencias o que se sostenga que hay una sola diferencia que divide y reina?

Supervisando una tarea de talleres realizados en una escuela de las llamadas ¨de riesgo¨ se pudo ver como la intención homogeneizante, barre con las diferencias y le abre las puertas a la discriminación.
La dirección de la escuela rotula a todos con un “todos tienen mala conducta”.
La apuesta allí fue intentar crear dispositivos que permitieran desplegar todas las diferencias posibles con la intención de mostrar el valor que ellas tienen.
Que las diferencias enorgullezcan y no que arrasen subjetividades: el bolita, el paraguayo, el porteño, etc.
A través de diferentes juegos se fueron tomando diferencias arbitrarias que engloban de otra manera las diferencias existentes. Así podían quedar en cada grupo niños que se diferencian por la nacionalidad pero que al mismo tiempo tenían como condición de pertenencia a un grupo u otro el mes par o impar de nacimiento.
Cuando desde la lectura institucional se intenta homogeneizar al decir “en esta escuela SON TODOS....” no se está acaso violentando ese contrato singular que cada sujeto establece con la institución?

El intento de homogeneizar es un intento de controlar y aún de controlar la propia implicación.
Las instituciones muchas veces intentan sostener la ilusión de la coincidencia hasta que alguna irrupción viene a desarmar ese supuesto consenso, mostrando las lógicas diferentes que allí se juegan. Cuando la institución puede albergar esas heterogeneidades, esas diversidades, se puede desplegar su función metafórica.

Cómo reestablecer la capacidad metaforizante en una institución donde se impone una ley única? En este tipo de situaciones nos cuesta encontrarnos con un sujeto productor y producido del que nos hablara Enrique Pichón Riviere, sino más bien estamos en presencia de un o varios sujetos sometidos a otros.

“Cuando los sujetos dejan de ser hacedores y son sólo hechuras se instaura un  malestar hecho cultura: la cultura de la mortificación. Desaparece la tensión y los sujetos terminan naturalizando la intimidación. Una comunidad mortificada, fácil presa de cualquier embaucador y sus falsas promesas “ (F.Ulloa- La novela clínica psicoanalítica)

Quisiera terminar con un fragmento de una obra bellísima de la literatura japonesa- (El elogio de la sombra. Junichiro Tanizaki)donde muestra la lucha entre Oriente por preservar su modo de hacer las cosas, su apego a las sombras en desmedro del brillo y la insistencia de Occidente por hacerse presente, con sus brillos y sus luces. Es similar a la lucha que se establece entre los tiempos y requerimientos institucionales y los tiempos subjetivos:

“ … Y a lo mejor mucho más tarde, pero siempre a base de avanzar muy lentamente, nadie nos dice que no hubiéramos inventado algún día los instrumentos de una civilización avanzada, el equivalente a nuestros tranvías actuales, nuestros aviones, nuestra radio, los cuales en vez de ser préstamos ajenos, habrían sido objetos adaptados realmente a nuestras propias necesidades…”

Bibliografía


  • Kaes, René y otros (1989) La institución y las instituciones. Estudios psicoanalíticos. Bs. As. Argentina. Editorial Paidos
  • Winicott, Donald(1971): Realidad y Juego. Editorial Gedisa. Barcelona, España
  • Uolloa, Fernando: (l995) Novela Clínica Psicoanalitica. Historial de una práctica. Bs. As. Argentina. Editorial Paidós
  • Freud, Sigmund (l979) Obras Completas XXI – El Malestar en la Cultura- Bs.As. Argentina, Amorrortu Editores
  • Duschatzky, Silvia y Birgin, Alejandra (compiladoras) (2001) –Dónde está la escuela? Ensayos sobre la gestión institucional en tiempos de turbulencia – Ed. FLACSO Manantial
  • Kaes, René(1998): Sufrimiento y psicopatología de los vínculos institucionales . Paidós- Grupos e Instituciones
  • Kaminsky, Gregorio(1990): Dispositivos institucionales . Lugar Editorial
  • Baraldi, Clemencia (1999): Jugar es cosa seria – Homo Sapiens ediciones. Serie Psicoanálisis

ACERCA DE PICHON RIVIÈRE

Enrrique Pichon Riviere y Verdad


Enrique Pichon Rivière (1907-1977): Recién recibido de médico psiquiatra en la Universidad de Buenos Aires, gana el concurso como Psiquiatra en el Hospicio de Las Mercedes. Cuando se hace cargo de su rol no se encierra en un consultorio para abordar la problemática de la psicosis en un dispositivo del uno a uno. Observa, a través de la práctica social cotidiana en el Hospicio, que existe una fractura en el vínculo entre la familia del psicótico y el equipo de profesionales de la Institución, ello lleva progresivamente al abandono y segregación del paciente por parte de la familia. Observa una fractura en los vínculos del equipo de profesionales y entre los pacientes que viven aislados deambulando por los jardines y corredores del Hospicio. Frente a este diagnóstico de múltiples fracturas vinculares elabora una estrategia de re-articulación vincular a través del trabajo en grupo con los enfermeros.
La estrategia de intervención: podríamos definirla como operación de re-articulación simbólica. Allí donde hay “agujeros” (silencios, vacíos, fracturas) institucionales, donde hay repetición sin reflexión (estereotipias), donde hay sufrimiento, introduce un dispositivo grupal orientado a producir procesos de simbolización y comprueba que sus efectos de articulación son poderosos (los pacientes “comenzaron a sentirse bien cuidados” “estos internos mejoraban ostensiblemente su salud mental” “cuando en los servicios no había más de uno o dos médicos yo llegué a tener en el mío veinticinco” etc.). Aquí es donde aparece esa estructura que constituirá su dispositivo privilegiado: el grupo operativo. La red vincular grupal aparece como la estructura óptima para acceder a un saber colectivo, un saber que está en acto en la institución, pero que no se sabe o más precisamente no se sabe que se sabe (“El aprendizaje de los enfermeros fue sorprendente. Ellos tenían acumulada gran experiencia.... Su dificultad era que no podían conceptualizar, entonces esa experiencia no les servía de nada”). Así a partir de definir una tarea (“discutía con los enfermeros los diferentes casos”) los direccionaba a pensar acerca de su práctica, su acción. Su intervención apunta a lograr una estructura simbólica subjetiva e institucional más compleja y a partir de una praxis (la práctica hospitalaria y la reflexión acerca de la misma) interrogar esos mecanismos repetitivos y ciegos en función de recuperar su direccionalidad en función de la Tarea hospitalaria, en función de la salud. Sus efectos eróticos no se hacen esperar, se dan en términos de creación, vitalidad, entusiasmo en los vínculos, en la participación.

ECRO y Grupo Operativo:
El denomina a su teoría ECRO. Encierra en este significante toda su obra y su singular perspectiva psicosocial. ECRO significa Esquema Conceptual, Referencial y Operativo. Designa un corpus teórico, conceptual, referido a un sector de lo real -lo intersubjetivo, lo vincular- y tal vez lo más importante sea: de carácter Operativo. Incluye en su misma definición de teoría el destino de la misma, su exterior podríamos decir, lo que ella produce: una transformación de la realidad. Lo Operativo marca y designa la direccionalidad radical de su teoría: la incidencia en lo real.
Ya en 1946 su condición de genio le hace incluir determinaciones culturales, histórico-sociales, políticas además de las familiares y edípicas en la constitución de la subjetividad. Al analizar las fantasías siniestras presentes en la obra revulsiva del Conde de Lautreamont (1846-1870), un rioplatense nacido en Montevideo (Rca Oriental del Uruguay), considerado el precursor del surrealismo, dice: “Durante sus cinco primeros años habrá oído relatos de degollinas, descuartizamientos, cuyas víctimas eran muchas veces amigos de su padre” “Habrá (…) oído contar muchas veces el martirio sufrido por franceses en manos de las fuerzas de los sitiadores”. Se está refiriendo a relatos producidos en el ámbito doméstico, en el ambiente familiar, a raíz del sitio que sufrió la ciudad de Montevideo por parte del ejército argentino. (1843-1851).
Muy tempranamente percibe que el uno del individuo no existe, que todo sujeto es un anudamiento singular de una compleja trama vincular. Porción compleja de tejido social que denomina situación.
Como señalábamos anteriormente nuestro mundo contemporáneo se caracteriza por grandes desplazamientos de poblaciones ya sea por hambre o por guerras. Ello provoca fenómenos de transculturación y la existencia de comunidades interculturales. Ninguna de estas problemáticas puede ser diagnosticada como psicopatológica. En todo caso merecerían llamarse sociopatías.
El contexto de cambios turbulentos en el que vivimos promueve la ruptura de las tramas vinculares que han sostenido la identidad y el proyecto de vida individual y familiar creando condiciones de permanente incertidumbre.
Estas problemáticas no pueden ser abordadas a través de la internación de los sujetos, como si se tratara de padecimientos psicopatológicos; ni tampoco a través de una medicación masiva ni siquiera un proceso terapéutico, solución, por otra parte, impracticable.
El sujeto de la era globalizada y como producto de esas rupturas vinculares, es un sujeto en crisis. Necesita por lo tanto reconstruir su esquema referencial (sus modelos de pensar, sentir y hacer en el mundo) y encontrar-producir nuevos tejidos sociales que lo alberguen, sostengan y posibiliten reencontrar un proyecto de vida y una razón para vivir.
Para enfrentar este tipo de problemáticas es que Pichon Rivière proyectó la formación de Operadores Psicosociales. Profesionales formados en un marco referencial teórico, metodológico y técnico que visibilice y opere en las tramas y redes vinculares, y que sean capaces de reconstituir el tejido social sosteniendo la lógica de la cultura y las vicisitudes subjetivas frente al cambio. Este profesional es el Psicólogo Social y la disciplina que lo sustenta es la Psicología Social.
El ECRO de Pichon Rivière es producto de una transdisciplina, una convergencia de saberes que él denomino epistemología convergente. Las distintas fuentes teóricas operaron como “cajas de herramientas”. Tomó de ellas “conceptos instrumentales” que operaron como herramientas para fundamentar y dar cuenta de una práctica específica de la Psicología Social: la práctica e intervención en las prácticas sociales conjuntas, en las tramas vinculares complejas de los grupos, las organizaciones y las comunidades.
Tal como ocurre en la formación del psicoanalista la experiencia en Grupo Operativo es ineludible para la formación como Psicólogo Social en el ECRO pichoniano. La Psicología Social tiene una dimensión transmisible que es la teoría o el cuerpo conceptual del ECRO y otra dimensión donde solo se pueden crear las condiciones para que allí emerja un saber que es específicamente un “saber hacer”.
El Grupo Operativo es un dispositivo que opera como estructura abierta: su objetivo es pensar lo que ha acontecido en otra parte, en otro escenario: la clase previa. La estructura abierta es fundamental para sostener una lógica dialéctica: devenir, contradicciones, proceso, cambio. Las lógicas de clausura son las que dan lugar a los dogmatismos y a los fanatismos. Son las lógicas que devienen perversas en las sectas, las cárceles, los conventos etc.
Grupo centrado en la tares: No indaga en las particularidades de cada integrante como lo haría un grupo terapéutico. Propone una tarea que descentra a los integrantes del grupo en un objetivo en común. Por ello va a decir que el modelo del Grupo Operativo es el Grupo Comando. No es el ejército, metáfora que empleó Freud para explicar la masa. El hecho de estar centrado en la tarea operativiza ese universal humano que es la rivalidad. Por ello el “yo soy diferente” a vos que inicia la rivalidad se transforma en “yo pienso diferente a vos” por lo cual la tarea se enriquece y se enriquecen todos. La tarea no define un Objeto de conocimiento, define un campo de saber que emerge más como acontecimiento, como verdad que como un saber elaborado. Nadie puede predecir qué desarrollo tendrá ese pensamiento colectivo. La metáfora que mejor se adapta a ese proceso es el de un calidoscopio cuyas formas son cambiantes, impredecibles, azarosas. Se trata de una praxis. No es teoría, no es práctica, es pensamiento que tiende a una verdad. No se trata de declamar un saber previo. Pensar es avanzar más allá de lo sabido. Alain Badieu plantea que pensar tiene que ver con la verdad como acontecimiento, como azar. Para este autor el proceso de la verdad se opone a las series repetitivas “un proceso de verdad interrumpe la repetición” “Un proceso de verdad tampoco puede anclarse en lo identitario (Francia para los franceses y por lo tanto persecución a lo no-francés) pues si bien es cierto que toda verdad surge como singular, su singularidad es inmediatamente universalizable”. Para Alain Badieu el arte, la ciencia, la política y el amor identifican los procedimientos de verdad. Plantean las condiciones de una singularidad universal. La práctica librada a si misma tiende a ser mera repetición. Se estereotipa, se burocratiza. Termina haciéndose porque se hace, porque siempre se hizo así. No es una práctica interrogada cuestionada. La teoría por la teoría en si tiende a ser una lógica abstracta que pierde su referencia con la práctica. Termina siendo un juego de palabras ocioso “se trata al lenguaje no como instrumento sino como un objeto de contemplación, de delectación o de análisis”. Esta manera de pensar afecta al pensamiento mismo, afecta al contenido del pensamiento. El Grupo Operativo es un dispositivo creado para pensar, para producir desestructuraciones en el saber previo, para producir interrogantes. En este sentido el Coordinador opera como Sócrates que hace emerger el saber sobre geometría del esclavo Menón. El arte mayéutica consiste en ayudar a engendrar pensamientos. Sócrates insiste en que no puede él mismo engendrar, no puede o no quiere dar su opinión propia sobre los asuntos que trata. Sócrates declara que esta es su impotencia personal y su potencia interpersonal ya que los dioses le han impuesto esta tarea: no procrear, sino ayudar a procrear. Por eso Sócrates no es tanto sabio, como conocedor del arte de engendrar o producir sabiduría. El método del arte mayéutica, el método socrático consiste en llevar al interlocutor al descubrimiento de la verdad mediante una serie de preguntas y la exposición de las perplejidades a que van dando origen las respuestas. El interlocutor llega por fin a engendrar la verdad, descubriéndola por sí mismo. La dialéctica, el dialogo es un ingrediente esencial del arte y es en última instancia el “comadrón de ideas”.
Lo que se produce en el Grupo Operativo es un pensamiento colectivo, un pensamiento social que es producto de una exteligencia y no de una inteligencia individual. En el G.O. el pensamiento singular va avanzando hacia un pensamiento en espiral. Cada integrante es para el otro un oponente-partenaire. Alguien en el grupo expresa una idea y otro se apoya en esa idea y se diferencia arrastrando esa idea hacia otra parte y otro integrante a su vez se apoyará en esta última idea y hará lo mismo. La dialéctica contradictoria nunca se sintetiza, siempre mantiene una tensión fértil, operativa. Es que no se trata de producir saberes consagrados, se trata de pensar, de producir verdad. Lic. Gladys Adamson